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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Sociedad y política (I) Testimonios del tiempo

El joven que había sobrevivido a los diez años de vida militar podía, cuando volvía a casa,    emprender la carrera política, que iba por grados y era electiva y sometida a toda suerte de precauciones y controles.

Correspondía a la Asamblea centuriada cribar las candidaturas a los diversos cargos, que eran todos  plurales, es decir, constituidos por varias personas. el primer peldaño era el de "cuestor", especie de ayudante de los magistrados más altos para las finanzas y la justicia. ayudaba a controlar los gastos del Estado y colaboraba en la investigación de los delitos. No podía permanecer en el cargo más de un año,  pero si había cumplido bien con su cometido, podía presentarse de nuevo a la Asamblea centuriada para ser ascendido.
sesión en el senado

Si no había satisfecho a los electores, quedaba suspendido y durante diez años no podía volverse a presentar para ningún cargo. Si por el contrario, los tenía contentos, era elegido "edil" (había cuatro) y, como tal, siempre por un año, cuidaba de la superintendencia de los edificios, los teatros, los acueductos, las carreteras, las calles y, en suma, de todos los edificios públicos o de público interés [...]

Si también en esas misiones, que eran prácticamente las de un asesor, cumplía a satisfacción, podía concurrir, siempre con el mismo método electivo y por un año, a uno de los cuatro puestos de "pretor", cargo altísimo, civil y militar [...]


                                                                           Indro Montanelli, Historia de Roma, Plaza & Janés.

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